Después de sufrir el asedio de las tropas de Lecor, los representantes de Artigas en la ciudad de Montevideo decidieron rendirse y retirarse de la ciudad. Los acompañaron algunas familias leales al artiguismo. La huida fue precipitada y no pudieron ejecutar las órdenes de Artigas de destruir las murallas y fortificaciones.

El 20 de enero de 1817, los miembros del Cabildo recibían a Lecor y le entregaban las llaves de la ciudad. El ingreso de las tropas portuguesas fue acompañado de una serie de demostraciones de reconocimiento. Lecor fue acompañado por las autoridades civiles y de la Iglesia. Entró a la ciudad con honores y la bandera de Portugal fue izada en todos los edificios públicos de la ciudad en medio del repique de las campanas. Las damas de las familias destacadas arrojaban flores y aplaudían.

Esa algarabía se debió a que muchas familias montevideanas, que festejaban la llegada de las tropas lusitanas porque representaba la derrota del artiguismo, eran integrantes del patriciado, que veían que la presencia portuguesa detendría la aplicación del Reglamento de Tierras, el cual distribuía suertes de estancias y castigaba a los antirrevolucionarios, a los que llamaba “malos europeos y peores americanos”, y les quitaba sus posesiones.

En 1821, un congreso convocado por Lecor reconoció la incorporación de la Provincia Oriental al Imperio portugués y Montevideo se convirtió en la capital de la Provincia Cisplatina. La dominación portuguesa de la Provincia Oriental duró hasta 1822, cuando se produjo la independencia de Brasil. Con el cambio en Brasil, las autoridades portuguesas fueron sustituidas por las brasileñas. Carlos Federico Lecor siguió al mando del territorio como nueva autoridad brasileña hasta que comenzó la cruzada libertadora en 1825.