Miguel Hidalgo tuvo tres hermanos. A los nueve años perdió a su mamá y a los doce se fue a la ciudad, a estudiar en el colegio de San Nicolás. Era muy buen estudiante. En tres años se recibió en Letras, Arte y Teología. Como era rápido, inteligente y un poco rebelde, sus compañeros lo llamaban el Zorro.

Se convirtió en profesor de Filosofía y enseñó varios años en su colegio. A los 23 años se convirtió en sacerdote católico y fue enviado al pueblo de Dolores para dirigir una pequeña iglesia.

El pueblo estaba integrado por indígenas y mestizos muy pobres. Miguel Hidalgo trabajaba en el campo con ellos, los ayudaba en sus tareas, les enseñaba a hacer artesanías y a plantar uvas y otros frutos. Los indígenas y mestizos lo querían y admiraban, pero las autoridades españolas lo veían como un peligro para el pueblo.

Junto con hombres y mujeres de la región, comenzó a participar en reuniones secretas donde se planeaba la revolución contra los españoles y la independencia. Mientras planeaban en secreto, Hidalgo iba fabricando armas de fuego, cuchillos y lanzas en sus talleres de artesanía y armando al pueblo para empezar la lucha.

El 16 de setiembre de 1810, el cura Hidalgo tocó la campana de la iglesia para llamar a misa y, delante de los oyentes dijo: «¡Viva la independencia! ¡Viva la América! ¡Muera el mal gobierno!”. Este acontecimiento es considerado el inicio de la independencia mexicana.

El pueblo fue sumándose a los rebeldes, tomando varias ciudades y pueblos en distintos lugares de México. Los españoles comenzaron a luchar contra los rebeldes y ganaron importantes batallas. En marzo de 1811, en medio de una batalla, Hidalgo fue traicionado y entregado a los españoles. Fue fusilado y decapitado en un cuartel de Chihuahua. Su cabeza fue enviada a la ciudad de Guanajuato, donde estuvo colgada junto a la de otros rebeldes.