Cuando los países de Medio Oriente se independizaron, a mediados de la década de 1950, la conflictividad estaba instalada a causa de la división del territorio palestino para la creación del Estado de Israel. Los palestinos, dispersos en los países vecinos, formaron varias organizaciones; la más importante fue la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) liderada por Yasser Arafat. Al principio, la OLP reclamaba el reconocimiento de Palestina como país independiente en todo su territorio y usaba la lucha armada para alcanzarlo; en la década de 1980 moderó esta posición y reconoció la existencia del Estado de Israel.

El conflicto entre Israel y Palestina continuó y también las acciones militares israelíes en la zona prosiguieron. La política expansionista y agresiva de Israel lo llevó a enfrentarse reiteradamente con Egipto, Siria, Líbano, entre otros.

Otro fenómeno característico de esta región a fines del siglo XX fue el surgimiento de corrientes políticas y religiosas extremistas vinculadas con el islam, muchas veces llamadas fundamentalismo islámico. En 1978, esta corriente triunfó en Irán e instaló una teocracia populista liderada por el ayatolá Jomeini. Los conflictos territoriales y religiosos entre Irán e Irak se incrementaron y en 1980, con el apoyo de Estados Unidos, Irak invadió Irán dando comienzo a una cruel guerra que duró hasta 1988. El conflicto terminó con más de un millón de muertos y negociaciones de cese al fuego. Las intervenciones militares estadounidenses en la región se repitieron durante la primera década del siglo XXI.

La pobreza extrema, la desigualdad predominante en estas regiones, el intervencionismo militar extranjero, los enfrentamientos religiosos y la política de Israel son parte de la realidad de un Medio Oriente en permanente conflicto.