Maximiliano provenía de una de las familias reales europeas. Antes de llegar a México fue el primer archiduque de Austria, luego gobernó las provincias italianas de Lombardía y Véneto, pero fue expulsado por los italianos que peleaban por su independencia. Maximiliano se retiró de la vida política hasta que Napoleón III le ofreció ser emperador de México.

Napoleón III había invadido México unos años antes con el pretexto de cobrar unas deudas a su presidente, Benito Juárez. Pero la verdad es que Napoleón III quería dominar México para competir con la presencia inglesa en América y contener la expansión de los Estados Unidos. Luego de la invasión, el rey francés logró que los sectores conservadores y católicos mexicanos propusieran para el cargo de rey a Maximiliano, que asumió la corona en 1864.

Maximiliano fue un gobernante de ideas liberales que puso en marcha muchos cambios. Abolió el trabajo de los niños, redujo la jornada laboral y defendió la libertad religiosa de los individuos. Estas ideas hicieron que perdiera el apoyo de la Iglesia y los sectores conservadores. Tampoco los franceses estaban contentos con el gobierno de Maximiliano, quien no tomaba en cuenta los intereses de Francia y estaba más preocupado por la unidad de México. Sin el respaldo de las fuerzas que lo habían llevado al trono, Maximiliano no pudo resistir el avance de los republicanos que deseaban expulsar a los franceses de México con la ayuda de los Estados Unidos.

Finalmente, en 1867 las fuerzas republicanas capturaron a Maximiliano, lo juzgaron y condenaron a morir fusilado. Maximiliano era conocido en las Cortes europeas por su sensibilidad artística y delicadeza. Su muerte causó conmoción. El poeta Victor Hugo pidió por su vida y el artista Edouard Monet dedicó una pintura a su fusilamiento.