La extensión del alambramiento determinó un gran cambio en las formas de producir. Antes del alambramiento era necesario contar con muchos peones para cuidar los animales, evitar las estampidas e impedir los robos. A partir de la década de 1880 estas tareas fueron cada vez menos necesarias porque el alambrado solucionaba los tres problemas.

De modo que el trabajo en el campo comenzó a escasear y los habitantes de la campaña solo tuvieron dos posibilidades: emigrar a la ciudad o realizar trabajos zafrales, como la yerra, la faena, las pariciones o la esquila. Así fue que se formó una masa importante de personas que tenían trabajos informales y vivían en condiciones de extrema pobreza. La desocupación fue el resultado de la aplicación de la innovación técnica. Por eso se dice que fue la primera desocupación tecnológica, ya que la tecnología desplazó a la mano de obra humana. Esa desocupación hizo que los sueldos rurales descendieran mucho y se agravara la pobreza rural.

Para estar cerca de los lugares donde podían encontrar trabajo temporal, estas personas se instalaron en los límites de las estancias, los cruces de caminos y los alrededores de pueblos y ciudades. Sus viviendas eran muy precarias. Habían habitado en un campo donde la carne era abundante y estaba disponible, pero ya no tenían acceso a esos alimentos de calidad, así que tuvieron que cambiar su dieta carnívora por ensopados de escaso valor nutritivo.

De esta manera fueron desapareciendo los ganaderos de nombre o agregados: pequeños productores que tenían ganado pero no campo y lo hacían pastar en tierras ajenas. Pero sobre todo fue el fin del gaucho, imposibilitado de recorrer el campo a sus anchas y disponer libremente de animales para alimentarse. En pocos años, el típico habitante de la campaña oriental tradicional desapareció.