Henri de Saint Simon pensaba que la tarea principal de una sociedad era la producción de riquezas y que los mayores productores de riqueza eran las fábricas. Él entendía que la sociedad estaba dividida en dos grupos: el de los productores y el de los zánganos. Los productores eran aquellos que con su trabajo y esfuerzo producían la riqueza. Los zánganos eran los que no trabajaban y vivían del trabajo de los demás. Saint Simon creía que el avance de la producción industrial iba a conseguir el bienestar para el mayor número posible de hombres y mujeres.

Otro pensador llamado Charles Fourier era más crítico con la sociedad de su época. Él denunciaba la situación miserable en la que vivían muchas personas por culpa de la industrialización. Fourier creía en la organización comunitaria, pensaba que vivir en colonias, los falansterios, donde se dividiera el trabajo y las ganancias se repartieran entre todos, era la manera de lograr una sociedad más justa. Esta idea era compartida por Robert Owen, quien pensaba que la manera más igualitaria de organizar el trabajo era el sistema cooperativo y colectivo en donde no existiera la propiedad privada.

Varios de estos pensadores crearon comunidades donde experimentaron sus ideas. Algunos de estos primeros intentos cooperativos funcionaron un par de años y luego fracasaron. Estos socialistas fueron los primeros en manifestarse en contra de la desigualdad social y la explotación de los obreros y propusieron nuevas formas de funcionamiento social que buscaban una sociedad más justa e igualitaria.

Estas ideas influyeron en la lucha sindical de los obreros y también en las ideas políticas posteriores. Friedrich Engels y Karl Marx los llamaron socialistas utópicos, por considerar que sus propuestas eran poco realistas y que su aplicación no iba a tener éxito.