Las potencias europeas intervinieron en el Río de la Plata desde 1835 en adelante. Para Francia e Inglaterra el nacionalismo económico que promovía Juan Manuel de Rosas desde Buenos Aires los perjudicaba porque limitaba las posibilidades de su comercio con la región. Desde ese momento trataron de establecer una alianza con Oribe para que les facilitara el acceso al Río de la Plata pero el gobierno uruguayo rechazó varias ofertas inglesas de préstamos y auxilio militar.

A partir de 1838 una flota francesa comenzó el bloqueo del puerto de Buenos Aires y solicitó el uso del puerto de Montevideo como apostadero. El gobierno uruguayo se lo negó. Este bloqueo impidió que los rosistas enviaran tropas de refuerzo a Oribe, quien fue derrotado por Rivera y renunció a la presidencia.

Durante el desarrollo de la guerra, las dos potencias volvieron a intervenir en forma coordinada. Entre 1845 y 1850 desarrollaron acciones para sostener al gobierno de la Defensa y abrir los ríos argentinos al comercio europeo. Volvieron a bloquear el puerto de Buenos Aires y una escuadra anglofrancesa abrió a la fuerza el río Paraná. Contrariamente a lo que esperaban, esta acción no tuvo éxito y, entre 1847 y 1848, las potencias europeas se retiraron del Río de la Plata.

Con el retiro de Inglaterra y Francia, entró en escena Brasil. A los viejos intereses del Imperio brasileño sobre la región platense se sumaba el temor de que Rosas incluyera a Uruguay a la Confederación Argentina si triunfaba en la guerra. Estos motivos hicieron que se iniciara el apoyo de Brasil a las fuerzas coloradas, las que finalmente triunfaron sobre las de Oribe. Paralelamente se firmaron una serie de tratados entre Brasil y la Defensa que tuvieron mucha influencia en los años siguientes.