Durante el proceso de colonización confluyeron en las Malvinas intereses franceses, ingleses y españoles. Descubiertas alrededor del año 1600, fueron ocupadas primero por los franceses, luego por los españoles y en 1811 quedaron desiertas. Fue en 1820 que el gobierno de Buenos Aires, ya independizado del poder español, decidió hacerse con el dominio de las islas.

En 1833, Inglaterra reclamó las islas como legítima posesión del rey de Inglaterra. En ese momento, el político federal Manuel Moreno comenzó los reclamos por la soberanía argentina sobre las Malvinas. Los ingleses contestaron que ellos nunca habían renunciado a las islas ya que las consideraban parte de su dominio de ultramar. A lo largo de la historia, argentinos e ingleses han disputado en las cortes internacionales acerca de cuál de los dos es el legítimo dueño de esas tierras.

El 2 de abril de 1982, fuerzas militares argentinas invadieron y ocuparon las Malvinas. El gobierno británico respondió con el envío de una fuerza naval que desembarcó seis semanas más tarde. Después de dos meses de duros combates entre el preparado ejército inglés y las improvisadas fuerzas argentinas, llegó la rendición de estas últimas y se restableció la administración británica sobre las Malvinas hasta la actualidad.

La importancia de estas islas radica en su ubicación estratégica, pues se encuentran en el punto de pasaje entre los océanos Atlántico y Pacífico que les permitió a los ingleses vigilar de cerca el paso por el estrecho de Magallanes. Además, las Malvinas son aptas para la caza de ballenas y de focas, se han encontrado reservas de petróleo y es una zona muy importante para la investigación científica: allí se ubican centros de investigación que rastrean satélites, estaciones meteorológicas, espaciales y oceanográficas.