Ningún momento de la historia de la humanidad tuvo tanto movimiento de personas como los últimos 150 años. Las causas tuvieron que ver con los cambios económicos y sociales que trajo la revolución industrial. Entre 1860 y 1945, millones de personas se desplazaron voluntariamente de sus países de origen buscando un mejor destino económico y político. El proceso de industrialización que comenzó en Inglaterra con la revolución industrial provocó importantes cambios en la sociedad europea. Hasta ese momento la economía se basaba en el trabajo agrícola y en la producción artesanal de manufacturas, pero la aparición de las fábricas cambió esa economía rural por una economía urbana. Las primeras grandes migraciones humanas del siglo XIX fueron dentro de los países: la gente abandonaba el campo para ir a buscar trabajo en las fábricas que estaban instaladas en la ciudad.

Hubo un momento en que la cantidad de obreros superó lo que Europa necesitaba. Muchos no conseguían trabajo en las fábricas y empezaron a irse a otros países. El total de europeos emigrados se estima en 50 millones y medio de personas. La mayoría partieron hacia América, pero también hacia colonias africanas y asiáticas. Esta gran movilización de personas tuvo consecuencias muy importantes. Los países europeos perdieron población joven en edad de trabajar, pero se aliviaron los conflictos por falta de trabajo. Los inmigrantes llegaron a los países con su experiencia y deseo de superación económica, pero también aportaron sus costumbres, sus ideas, su conocimiento.

Las migraciones formaron, con personas de diferentes países, sociedades multiculturales. El mundo se transformó en un lugar donde las personas se movían libremente en busca de un mejor destino.