La derrota en el plebiscito de 1980 impulsó cambios políticos y sociales. El movimiento sindical y estudiantil comenzó a movilizarse y a esto se sumó el renacer de las estructuras político partidarias. Fue el comienzo del fin para la dictadura militar. Los militares empezaron a negociar con los dirigentes políticos la convocatoria a elecciones internas y la forma en que se harían, dejando de lado a los partidos de izquierda. Las internas se programaron para 1982 y se decidió que los habilitados para la votación serían los ciudadanos que no hubieran estado afiliados a ningún partido político.

Iniciada la movilización partidaria para estas elecciones, aparecieron líderes en cada uno de los partidos. Dado que muchos de los antiguos dirigentes estaban proscriptos o en el exilio, una nueva generación de jóvenes políticos apareció con fuerza ante la opinión pública.

En el Partido Colorado Julio María Sanguinetti, Enrique Tarigo y Manuel Flores Silva se presentaron como la oposición interna a Jorge Pacheco. En el Partido Nacional se unificaron listas con el liderazgo de Wilson Ferreira Aldunate (que estaba en el exilio) y el apoyo de Carlos Julio Pereyra. Muchos de los grupos y líderes de izquierda se encontraban proscriptos; por ese motivo el Gral. Líber Seregni, desde la prisión, convocó a los simpatizantes del Frente Amplio a votar en blanco.

En noviembre de 1982 se presentaron a votar un 60 % de los habilitados. El Partido Nacional tuvo la mayor cantidad de votantes. Dentro de cada partido, los sectores simpatizantes y colaboradores con la dictadura fueron derrotados holgadamente. La amplia victoria de Wilson en el Partido Nacional y de Sanguinetti-Tarigo en el Partido Colorado dio fuerza a las opciones más democráticas dentro de los partidos tradicionales.