Las elecciones de 1984 se llevaron a cabo con algunas excepciones y restricciones que estaban relacionadas con el acuerdo que los militares habían realizado con la clase política para abandonar el poder. A pesar de ello las libertades individuales y las instituciones democráticas volvieron a funcionar. El pueblo uruguayo vivió con expectativa este proceso, y esperaba que el retorno a la democracia significara una solución a la grave crisis económica y social que vivía el país.

Desde las elecciones internas de 1982 y durante el período preelectoral los partidos políticos desarrollaron sus campañas manifestando libremente sus ideas y programas, pero a pesar de las garantías que se le dio al proceso, el miedo a una reacción militar contraria al desarrollo de los acontecimientos limitaba la libre expresión. Otra característica fue la proscripción o prisión de varios líderes políticos, como Wilson Ferreira y Líber Seregni, que no pudieron participar como candidatos en las elecciones.

La campaña electoral se dividió en dos consignas que se contraponían. Por un lado la que proponía el Partido Colorado, que era «el cambio en paz», dejando de lado los reclamos de justicia para darle más importancia a la transición pacífica; por otro lado el Partido Nacional y el Frente Amplio, que no contaban con varios de sus dirigentes —proscriptos o presos—, sostenían una consigna que reclamaba por la violación de los derechos humanos durante la dictadura.

El Partido Colorado ganó las elecciones con la fórmula presidencial Sanguinetti-Tarigo. El 1.° de marzo de 1985 tomaron posesión de sus cargos y el pueblo uruguayo festejó por las calles el fin de la dictadura y el regreso a la democracia.