Luego de la derrota de la postura batllista en las elecciones para la Asamblea Constituyente en 1916, el presidente del momento, Feliciano Viera, consideró que debía moderarse el impulso reformador que había caracterizado al período anterior. A ese cambio se lo llamó el alto de Viera. Durante los años siguientes, el batllismo no siempre estuvo en una posición mayoritaria y debió negociar con otros grupos políticos más moderados y conservadores. Por esta razón, las reformas de la época fueron menos profundas y más dispersas. A esta etapa se la conoce como de la política de compromiso.

Al final de la década de 1920 y comienzos de la de 1930, la situación se hizo aun más difícil, pues a la muerte de José Batlle y Ordóñez, que actuaba como unificador de gran parte del Partido Colorado, se sumaron la crisis y la depresión económica iniciadas en Estados Unidos en 1929. La prosperidad del Uruguay empezó a verse afectada por la nueva situación de la economía mundial. Esto aumentó el descontento de toda la población: los trabajadores porque veían disminuir sus salarios o por la pérdida de sus empleos, y las clases altas porque disminuyó la demanda de materias primas que se exportaban.

Ante esta situación se intentaron algunas soluciones, que no lograron satisfacer a ninguno de los sectores. En 1933, los grupos políticos y sociales más conservadores apoyaron al presidente Gabriel Terra en un golpe de Estado que instaló una dictadura. Durante esa dictadura, en 1934, se promulgó una nueva Constitución que permitió a Terra ser electo presidente nuevamente por el período 1934-1938. En ese lapso se llevaron adelante medidas para afrontar la crisis económica y hubo un marcado predominio político de los grupos contrarios al reformismo.