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La perestroika y la glasnost de Gorbachov 1985-1991 / Unión Soviética

Ficha

La llegada de Mijaíl Gorbachov al gobierno de la Unión Soviética en 1985 significó el comienzo de una nueva forma de organizar la política de ese bloque, que provocaría profundos cambios en el orden mundial. Las reformas que el gobierno de Gorbachov aplicó al régimen buscaban una mayor transparencia, modernizar la economía y cambiar la política internacional para terminar con la guerra fría. En la práctica, esta reestructura inició un proceso que llevó a la desintegración del bloque comunista.

Mijaíl Gorbachov se convirtió en el líder de la Unión Soviética en marzo de 1985. El país llevaba muchos años de estancamiento y el gobierno necesitaba bajar su gasto militar para poder invertir en otras áreas de la economía. A fines de 1985, Gorbachov se reunió con el presidente de Estados Unidos y planteó la necesidad de reducir el armamento nuclear y de establecer un diálogo para poner fin a la guerra fría.

El gobierno de Gorbachov buscó renovar a sus dirigentes y dio un giro en la política del país al apostar a un nuevo pensamiento político. Algunos hechos hicieron aun más evidente la necesidad de un rumbo distinto: por un lado, la catástrofe de la central nuclear de Chernobyl; por otro, el fracaso militar soviético en Afganistán.

En febrero de 1986, el gobierno puso en marcha la glasnost (‘transparencia’), una serie de medidas que flexibilizaron la censura a los medios de comunicación y les otorgaron más libertad. La glasnost tuvo un impacto directo en la opinión de la población acerca del régimen soviético y aceleró su final.

En tanto, la perestroika (‘reestructuración’) fue puesta en marcha en 1987, según las palabras del propio Gorbachov: “para acelerar el desarrollo económico y social del país y a renovar todas las esferas de la vida”. Las reformas tuvieron consecuencias inmediatas en los demás países del bloque comunista. Sin la intervención soviética para sostenerlos, los regímenes de las democracias populares cayeron uno tras otro. El clima político se convulsionó. Los comunistas que más se oponían a las reformas intentaron dar un golpe de Estado. Muchas de las repúblicas soviéticas reclamaban su independencia. Gorbachov renunció a la presidencia a fines de 1991 y la Unión Soviética dejó de existir. Rusia tomó su lugar. Era el fin del mundo bipolar.