Los intelectuales, sacerdotes y criollos acomodados contaban en sus bibliotecas con los libros de Rousseau, Montesquieu, Paine y otros autores ilustrados. Leían la Enciclopedia y seguramente conocían la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de 1776 o la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano de 1789 de la Revolución francesa. Por otro lado, la propia Corona española, a través del gobierno de los Borbones, inició una serie de acciones inspiradas en la Ilustración, pero limitadas por el carácter monárquico del régimen. La libertad, una de las ideas clave de la Ilustración, no podía aplicarse a la vez que se reforzaba el dominio colonial.

En el Río de la Plata, las nuevas ideas de la Ilustración fueron difundidas por los viajeros que llegaban a los puertos de Montevideo o Buenos Aires. Los criollos se sintieron atraídos por los pensamientos que los burgueses desarrollaron para enfrentar a la monarquía y acceder al gobierno. Esos planteos proponían soluciones a los problemas que ellos padecían: la falta de libertad económica y la imposibilidad de participar del gobierno. De este modo, varios de los principios de las nuevas ideas influyeron en las acciones de los líderes de la independencia hispanoamericana, como la búsqueda de la libertad política y económica, y la división de poderes al modo del sistema republicano representativo de los Estados Unidos.

Entre los más importantes representantes de esa tendencia en el Río de la Plata estaba Mariano Moreno, que en 1810 tradujo El contrato social de Rousseau del francés al español. Poco tiempo después, en 1813, también se hace reconocible el pensamiento de la Ilustración cuando Artigas decía: “Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa ante vuestra presencia soberana”, que recuerdan a las de Rousseau: “Ante el gobernado desaparece el gobernante”.