Japón había dominado a Corea desde 1905. En plena Segunda Guerra Mundial, un pequeño ejército de liberación aprovechó la oportunidad para declararle la guerra a Japón. Sin embargo, cuando al final se produjo la derrota japonesa, Corea quedó bajo la tutela de la Unión Soviética y Estados Unidos, convirtiéndose en otro foco de tensión de la guerra fría. El territorio ocupado por los soviéticos quedaba al norte del paralelo 38 y allí se estableció en 1946 un gobierno comunista. Más tarde Corea del Norte adquirió carácter de país independiente.

Estados Unidos, partidario de la reunificación del país, llevó el asunto a la Organización de las Naciones Unidas, donde se resolvió que se efectuaran elecciones generales en Corea para establecer un solo gobierno y retirar las tropas de ocupación. La Unión Soviética ignoró la resolución. Las elecciones se realizaron solo en Corea del Sur, que se convirtió en república en 1948.

El 25 de junio de 1950, las fuerzas de Corea del Norte cruzaron la frontera para invadir Corea del Sur. Tres días después Seúl, la capital surcoreana, estaba en manos comunistas. La reacción estadounidense fue inmediata: el ejército al mando del general Douglas MacArthur recuperó el terreno perdido. Pero más tarde las tropas chinas entraron con fuerza en el conflicto e hicieron retroceder a los estadounidenses. En enero de 1951, MacArthur propuso un bombardeo atómico a China. Alarmado ante la posibilidad de que la Unión Soviética respondiera con sus propias armas atómicas, el presidente estadounidense Harry Truman destituyó al general.

La igualdad de fuerzas obligó el armisticio, que se firmó en julio de 1953. Allí se acordó una nueva frontera para las dos Coreas, próxima al paralelo 38.