En 1855 un político colorado, Andrés Lamas, resumió los principios de la fusión. Consideraba que era necesario abandonar las divisas porque eran las causantes de la guerra. Rechazaba al caudillismo por considerarlo responsable de todos los males de los partidos, y proponía la creación de un partido único oriental.

Los doctores, como se llamaba a los políticos cultos de la ciudad, coincidieron con Lamas. Con la fusión se podía conseguir la estabilidad interna, la formación de un partido de los doctores, basado en ideas y no en simpatías personales, y el fortalecimiento de los políticos de la ciudad.

Varios presidentes respondieron a la consigna fusionista pero sus gobiernos no fueron fáciles. El presidente Juan Francisco Giró debió refugiarse en la embajada de Francia después de una revuelta en la ciudad protagonizada por el Partido Conservador. Este partido estaba integrado por jóvenes colorados que querían conservar los principios del gobierno de la Defensa.

Otro presidente fusionista fue Gabriel Pereira, que llevó al extremo los principios de la política de fusión al prohibir la reorganización de los partidos. Nuevamente el Partido Conservador se levantó en una revolución, que terminó en el fusilamiento de Paso de Quinteros. Con ese episodio parecía poco probable lograr la concordia entre los partidos.

El más fusionista de todos fue Bernardo Berro. Estaba convencido de la necesidad de abandonar los partidos, por lo que prohibió el uso de insignias de cualquiera de los dos. Durante su gobierno procuró afirmar las formas republicanas de la política, afianzar la independencia del país y evitar la extranjerización de la tierra. Su gobierno terminó con la invasión de Venancio Flores y fue el último de los intentos de fusión.