A fines de la década 1960 y principio de la de 1970 los enfrentamientos directos entre el MLN y la policía habían dejado varios muertos y heridos en ambos bandos. Muchos integrantes de la organización habían caído prisioneros, entre ellos los miembros de la dirección. Algunos llevaban más de un año presos en el penal de Punta Carretas, una cárcel de alta seguridad ubicada en plena ciudad de Montevideo. Varios empezaron a pensar la forma de escaparse. Ese plan de fuga no solo significaba volver a la libertad y a la lucha, sino también un duro golpe para el gobierno de Jorge Pacheco.

El plan, conocido como el abuso, consistió en cavar un túnel subterráneo hacia afuera de la cárcel. La primera etapa fue abrir huecos entre las celdas para formar un corredor interno hasta la celda 73, lugar desde donde se cavaría el túnel. Su construcción comenzó en agosto de 1971, midió 45 metros de largo y cruzó la calle hasta desembocar en una casa. Para cavar usaron puntas de hierro y cucharas. El 5 de setiembre, a las 6 de la mañana, 111 prisioneros, en su mayoría integrantes del MLN, junto con miembros de otras organizaciones políticas y algún preso común, escaparon por el túnel.

El túnel terminaba en una casa; los dueños de la vivienda miraban con asombro cómo un río de gente salía del piso. Una hora después de la fuga los vecinos advirtieron a la policía, pero no les creyeron hasta que comprobaron que varias celdas estaban vacías y 111 presos habían escapado.

El impacto de la fuga fue tremendo: la policía fue ridiculizada ante la opinión pública y el gobierno decidió involucrar a las fuerzas armadas en la represión del movimiento tupamaro. La persecución al MLN recrudeció a tal punto que en 1972 la organización ya estaba totalmente desarmada y sus dirigentes muertos, exiliados o en prisión.