La lucha de Cuba por volverse un Estado independiente comenzó en 1895. Finalizó tres años más tarde con la rendición de las tropas españolas ante el avance de la armada norteamericana, que intervino en la independencia cubana respondiendo a sus propios intereses colonialistas. Cuba fue una de las últimas colonias del continente americano en independizarse del Reino de España.

Estados Unidos le declaró la guerra a España y rápidamente el conflicto se decidió a favor de los norteamericanos. España, derrotada, firmó un tratado de paz en 1898, en el que cedió al país norteamericano, por 20 millones de dólares, Cuba, Puerto Rico, las Filipinas y Guam. La derrota española abrió paso a la ocupación militar estadounidense de la isla hasta 1902. En febrero de 1901, el senador estadounidense Orville Platt presentó una enmienda con la cual se buscaba regular las relaciones militares y económicas entre Estados Unidos y el nuevo Estado cubano.

El pueblo de Cuba realizó muchas protestas pues consideró que la enmienda impuesta por los norteamericanos violaba sus derechos y su independencia. Originalmente, la enmienda Platt prohibía a Cuba hacer tratados con gobiernos extranjeros que pusieran en riesgo su soberanía y le impedía contraer deudas que no pudiera pagar. Uno de los artículos más conflictivos fue el que autorizaba a los norteamericanos a ocupar militarmente la isla en caso de que la vida, propiedades o libertad de los cubanos estuviera en peligro.

Aunque la enmienda Platt fue rechazada por la Constitución cubana recién en 1934, el artículo que autorizaba la ocupación militar de Cuba siguió vigente. Amparados en ese artículo, los Estados Unidos construyeron la base militar de Guantánamo, que existe actualmente.