Después de invadir Polonia y de tomar Dinamarca y Noruega casi sin resistencia, el ejército alemán avanzó sobre Holanda y Bélgica, donde obtuvo rápidas victorias. El siguiente enemigo de los alemanes fue Francia. La batalla comenzó el 5 de mayo de 1940. Alemania puso en marcha la blitzkrieg o guerra relámpago, una táctica militar que consistía en la utilización de tanques para romper las líneas enemigas. Detrás de los tanques, la artillería y la infantería motorizada avanzaban rápidamente. El ataque se completaba con el apoyo aéreo de los aviones bombarderos. El 22 de junio, Francia ya había sido derrotada y Hitler, vencedor, recorría París.

Desde entonces, Francia quedó dividida en dos. El norte y el oeste del territorio fueron ocupados por los alemanes. En la región sur, desde la ciudad de Vichy, se estableció un gobierno presidido por el general francés Philippe Pétain. Este gobierno dictatorial conocido como la Francia de Vichy rompió relaciones con Inglaterra pero mantuvo una estrecha colaboración con los alemanes. El gobierno de Pétain apoyó a los nazis en la persecución y deportación de los judíos.

En tanto, Charles De Gaulle, otro general francés que se oponía a la rendición, se trasladó a Londres, donde organizó un movimiento llamado Francia Libre, que de a poco fue ganando apoyo dentro y fuera del país. La resistencia antinazi se organizó en torno a un Consejo Nacional que reunió a las Fuerzas Francesas del Interior (FFI), un grupo de organizaciones militares clandestinas que desarrolló una guerra de guerrillas contra las fuerzas de la ocupación y jugó un papel importante para la liberación de Francia. Tras la expulsión final de las tropas alemanas del territorio francés, en 1944, el general De Gaulle fue reconocido como jefe del gobierno provisional del país hasta 1946.