Fueron casi nueve los años en que la ciudad estuvo sitiada por las fuerzas de Oribe. En ese período se acentuaron algunas características que ya habían aparecido antes de la guerra. Por tratarse de un puerto, era común que hubiera muchos extranjeros en la ciudad pero, en 1843, los extranjeros eran más que los orientales. De los 31.000 habitantes solo 11.000 eran orientales, aproximadamente uno de cada tres.

La presencia de extranjeros se debió a que, durante los primeros años de la vida independiente del Estado Oriental, se produjo una importante migración que se concentró fundamentalmente en Montevideo. La mayoría de los extranjeros de origen europeo se dedicaron al comercio y muchos lograron reunir grandes fortunas.

En gran medida, gracias a esas fortunas fue que el gobierno colorado de Montevideo logró sobrevivir y mantener al ejército. Con la ciudad sitiada y sin acceso a la producción de la campaña, no tenía fuentes de ingreso. Esta circunstancia fue hábilmente usada por los extranjeros que auxiliaron al gobierno con préstamos con altos intereses y exigiendo garantías muy importantes. La ciudad hipotecó la Plaza Matriz y el Cabildo a cambio de un préstamo ofrecido por un comerciante francés y las rentas de aduana a una sociedad anónima.

En los últimos años del sitio, la ciudad solo logró sobrevivir gracias a un subsidio mensual de Francia hasta 1850 y desde ese momento con un préstamo de Brasil. Todo esto generó un enorme endeudamiento que siguió incluso luego de firmada la paz.

En esos años, desde todo punto de vista Montevideo se convirtió en una ciudad europeizada y liberal.