En la década de 1960 el mundo estaba dividido en dos bloques políticos opuestos. La guerra fría delimitaba las zonas de influencia de cada superpotencia y el orden mundial era conocido por todos. Aun así, fue una época de profundos movimientos revolucionarios: las luchas independentistas de la descolonización, los movimientos por los derechos civiles de las minorías en Estados Unidos o las críticas al socialismo real en el bloque comunista, pero también cambios en la vida cotidiana que fueron igualmente impactantes para el mundo.

En todas partes, nuevos sectores fueron accediendo a la posibilidad de expresarse y cuestionar el orden establecido. Por primera vez en la historia, las generaciones jóvenes se enfrentaron en forma casi generalizada a las adultas. Los movimientos juveniles, de muy distinto tipo según las diferentes partes del mundo, promovieron transformaciones muy profundas en las relaciones entre mujeres y hombres, en las formas de expresión, el arte, la vestimenta, las formas de hacer política, etcétera. En Estados Unidos la población negra, en lucha desde hacía más de un siglo contra la discriminación, fue logrando leyes que le aseguraban la igualdad política con los blancos. Por otro lado, en todo el mundo las mujeres conquistaron derechos que les eran negados, un paso muy importante en la liberación femenina.

El mundo comunista no permaneció aislado de este cambio cultural y vio aparecer movimientos renovadores del socialismo en varias regiones del bloque. Estos movimientos fueron considerados peligrosos y duramente reprimidos.

Mientras tanto, entre las potencias se produjeron momentos de profunda tensión político-militar. Aunque hubo intentos de promover la distensión, muchos consideran que se estuvo muy cerca de la tercera guerra mundial.