Entre 1789 y 1791 la Asamblea Nacional Constituyente redactó la primera Constitución de Francia. En ella se estableció una monarquía parlamentaria. Al frente del Poder Ejecutivo estaba Luis XVI acompañado por la Asamblea Legislativa como Poder Legislativo. Pero esta solución duró poco, ya que el rey y su familia trataron de huir del país con la colaboración de otros reinos que habían declarado la guerra a Francia.

La huida del rey determinó que se iniciara un difícil proceso de juicio a la familia real. Finalmente la decisión fue la ejecución del rey y la reina en la guillotina y la abolición de la monarquía. De este modo fue necesario establecer un nuevo sistema de gobierno republicano y para eso había que elaborar una nueva Constitución. La Convención Nacional tuvo ese cometido, fue electa por voto universal y estuvo integrada por diputados de los distintos bandos que habían surgido en el proceso revolucionario.

A lo largo de los tres años que duró la Convención, estuvo dominada por dos grupos con posiciones distintas. Al principio por los girondinos, el partido de los burgueses moderados, y entre 1793 y 1794 por los jacobinos, la posición más radical de la Revolución. Por eso se habla de Convención Girondina y Convención Jacobina. Durante la Convención Jacobina la Revolución dio sus pasos más extremos, tanto en lo político como en lo económico. Mientras los diputados de la Convención elaboraban el texto constitucional y tomaban las medidas más radicales de la Revolución, Francia enfrentaba a sus enemigos en la guerra. Poco a poco la guerra defensiva se fue haciendo más ofensiva y los ejércitos revolucionarios comenzaron a avanzar en los territorios vecinos llevando consigo los principios de la Revolución. Aunque la Convención cayó en 1795, la guerra continuó varios años más.