El momento de la publicación de una Constitución señala el intento de dar un orden legal e institucional a un Estado. La Constitución establece las principales leyes que protegerán a sus ciudadanos y explica la forma en que funcionarán el Estado y su gobierno.

La Constitución argentina de 1853 se sustentaba en las ideas de los liberales europeos y en la doctrina federal estadounidense. En ella se establecía un sistema de gobierno republicano que implicaba la división de poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) y la existencia de un gobierno federal con un Poder Ejecutivo fuerte, limitado por las Cámaras legislativas donde estarían representadas las provincias. El sistema otorgaba libertad a las provincias, que desarrollarían sus propios textos constitucionales. Estas son las características de un régimen de gobierno mixto, que combina la unidad y la federación.

No es extraño que esta Constitución haya sido rechazada por la provincia de Buenos Aires, cuya tendencia unitaria y centralista iba contra el espíritu federal del texto. Este rechazo hizo que Argentina se dividiera en dos Estados independientes: por un lado, la provincia de Buenos Aires y, por el otro, la Confederación Argentina. La República Argentina se formó definitivamente recién en 1860, luego de la victoria militar de Buenos Aires sobre la Confederación en la batalla de Pavón.

Algunos de los derechos reconocidos en la Constitución de 1853 son la igualdad de los ciudadanos ante la ley, el no reconocimiento de la esclavitud ni de los títulos de nobleza, la libertad para los extranjeros de trabajar en el país, la defensa de la propiedad privada, la libertad de tener cualquier religión, libertad de ideas y la libertad de prensa.