Después de la Guerra Grande (1851) se fue conformando una nueva clase alta rural integrada por estancieros de origen extranjero. Ellos desarrollaron nuevas formas de producción. La estancia empresa suponía inversiones técnicas, sobre todo en materia de mestizaje ovino. Esa manera de producir determinó que este grupo exigiera al gobierno mayores garantías de paz y orden en el campo.

Cuando estalló la Revolución de las Lanzas (1870- 1872), Uruguay revivió el desorden típico de una guerra civil, como ya había pasado en la Guerra Grande. Esta situación llevó a que los estancieros empresarios se unieran con el objetivo de hacerse más fuertes y presionar al gobierno en forma coordinada. Así, fundaron la Asociación Rural del Uruguay (ARU) en 1871.

Varios estancieros lideraron el proceso de formación de la Asociación. Tomaban como ejemplos las agremiaciones parecidas que existían en otros países, sobre todo la que se había instalado pocos años antes en Argentina. Buscaban incorporar a los hacendados, sin importar sus opciones políticas, basados en que todos tenían intereses comunes en materia económica.

En los años siguientes la ARU influyó en las formas en que la campaña fue ordenándose. Desde la Revista (que comenzaron a publicar en 1872) y la exposición anual (la exposición rural del Prado, que se realiza hasta hoy) promovieron el programa de la Asociación: defender los intereses de ese sector productivo, presentar informes sobre las innovaciones vinculadas a la producción ganadera y difundir la opinión de sus asociados.

La ARU tuvo un papel fundamental en la modernización y colaboró con el gobierno de Latorre. En gran medida el Código Rural, es decir el conjunto de leyes que regulan el medio rural, sus formas de propiedad y de producción, fue redactado por sus principales socios.