En Uruguay, los cambios sociales del siglo XX modificaron las necesidades del espacio urbano. La modernización significó, entre otras cosas, desempleo rural, éxodo de miles de personas del campo a la ciudad y una fuerte oleada inmigratoria.

A principios de siglo lentamente se sumaron nuevos espacios al casco antiguo de la ciudad de Montevideo, que se expandió entre la costa portuaria y la recién estrenada rambla, tomando a 18 de Julio como calle principal. En esa época, el uso del hormigón armado y el acero permitieron la construcción de edificios en altura como el Palacio Salvo o el Hospital de Clínicas.

A su vez, entre 1920 y 1940, llegaron desde Europa nuevas corrientes artísticas y decorativas: el Art Decó y el Art Nouveau y se expandió así la decoración de paredes, pisos, ventanas y rejas con formas geométricas o diseños naturalistas. Junto a esta arquitectura ornamental apareció el racionalismo, que buscaba utilizar los espacios de manera funcional a las necesidades de quienes los habitaban o utilizaban; el Estadio Centenario y la Facultad de Ingeniería son ejemplos de esta corriente.

Hasta la década de 1950 Montevideo cambió al ritmo del crecimiento económico: se ampliaron las calles, se crearon avenidas y parques. Se establecieron los barrios obreros: el Cerro y La Teja. Durante las décadas de 1970 y 1980 la ciudad creció en altura. En Pocitos aumentó la construcción de edificios y la urbanización se expandió hacia la Costa de Oro.

En las últimas décadas del siglo XX comenzaron a utilizarse criterios arquitectónicos posmodernos: la Torre de las Telecomunicaciones de Antel y Montevideo Shopping. También se impulsó el reciclaje de edificios antiguos y la construcción de cooperativas de vivienda, para dar soluciones habitacionales en las zonas periféricas.