En la Conferencia de Bandung, de 1955, a la que asistieron representantes de países asiáticos y africanos, el término Tercer Mundo se aplicó a los países neutrales en el contexto del mundo dividido por la guerra fría, para referirse a los países que no podían ser clasificados como capitalistas ni como comunistas.

Dentro del término Tercer Mundo se incluyen países con características muy diferentes. De tal modo, los países que obtuvieron su independencia entre 1945 y 1980 como resultado del proceso de descolonización de Asia y África, pasaron a ser considerados tercermundistas. A pesar de haber obtenido su independencia política, estos países seguían teniendo relaciones de dependencia económica con sus antiguos dominadores. Por otro lado, la mayoría de los países de América Latina, a pesar de haberse independizado en el siglo XIX, también integraban el Tercer Mundo.

Frecuentemente se utiliza el término subdesarrollo para hablar de los países tercermundistas. Los países subdesarrollados suelen presentar al menos algunas de estas características: hambre, pobreza, bajo nivel de educación y de acceso a la salud, aumento acelerado de la población y concentración en las ciudades, escaso desarrollo industrial y tecnológico, economía basada en la exportación de materias primas.

Se utilizan los conceptos de subdesarrollo y tercermundismo para expresar la necesidad de estos países de aplicar los modelos que hicieron posible el desarrollo de Estados Unidos y Europa occidental. Es decir, se considera la pobreza del Tercer Mundo como el resultado de su desarrollo incompleto, y no como la consecuencia de los procesos de explotación y colonialismo que las potencias desarrollaron allí durante siglos.