Desde 1853 hubo varios proyectos para fundar empresas de ferrocarril en el Uruguay, pero todos se vieron frustrados. Finalmente, en 1865 se creó una compañía que contó con el apoyo del gobierno de Venancio Flores. En 1868 se realizaron las primeras pruebas de circulación y al año siguiente se inauguró la primera sección de 17 kilómetros de la línea entre la estación Bella Vista (Montevideo) y Las Piedras (Canelones).

La primera empresa ferroviaria en Uruguay tuvo capitales nacionales, pero pocos años después la inestabilidad política del país determinó la venta a inversores británicos. En 1878 pasó a ser la Central Uruguay Railway Company y a partir de ese momento el directorio pasó a estar en Londres. El negocio del tren era muy favorable y la compañía creció rápidamente, favoreciendo los intereses comerciales ingleses.

En 1884 el Parlamento aprobó la Ley de Trazado General de Ferrocarriles, que estableció seis líneas: de Montevideo a Rivera, Salto y Paysandú; de Montevideo a Colonia, por barra de Santa Lucía y Rosario; de 25 de Agosto (Florida) a Carmelo, Nueva Palmira y Mercedes, por San José; de Montevideo a Río Branco, por San Ramón, Minas y Melo; de Montevideo a la laguna Merín por Pando, Maldonado, San Carlos y Rocha; y de Salto a Bella Unión y Artigas. Se estableció un sistema radial donde todas las líneas se conectaban con Montevideo, para favorecer el modelo agroexportador.

A partir de 1855 se utilizó el telégrafo en Montevideo. Fue la primera experiencia en América del Sur. Diez años después se tendió un cable submarino entre Montevideo y Buenos Aires. En 1873 se iniciaron las obras de tendido de las líneas telegráficas con un recorrido de 4.357 kilómetros y un movimiento de 232.000 despachos. Cuando Latorre llegó al poder, utilizó mucho el telégrafo para mantener el control del territorio y de sus subalternos.