El sentimiento anticomunista estadounidense aumentó tras la Segunda Guerra Mundial. La sociedad norteamericana, influida por los políticos y los medios de comunicación, veía a la Unión Soviética como la nueva amenaza mundial. En el imaginario de la sociedad, el comunismo se convirtió en el principal enemigo del estilo de vida americano.

El Comité de Actividades Antiamericanas fue creado en 1938 para perseguir a los estadounidenses sospechosos de tener vínculos con el comunismo. A fines de la década de 1940 la política exterior de Estados Unidos hacia la Unión Soviética estaba en un pico de tensión. Como reflejo de la situación internacional, la persecución a los comunistas se agudizó. Políticos, sindicalistas, intelectuales, periodistas y artistas fueron acusados de simpatizar con el comunismo o de ser espías soviéticos y debieron declarar ante el Comité. Si se los encontraba culpables eran encarcelados o deportados. Pero aunque no se comprobaran los cargos de las acusaciones, muchas veces absurdas, los sospechosos pasaban a formar parte de las listas negras que luego les impedían conseguir trabajo.

Muchos políticos aprovecharon el fervor anticomunista para impulsar sus carreras. Ese fue el caso del senador Joseph McCarthy. En 1950 presentó una acusación contra 200 funcionarios del gobierno. Aunque nada pudo comprobarse, McCarthy adquirió protagonismo y más tarde se convirtió en el líder del Comité. Apoyado por otros políticos y por buena parte de la opinión pública, McCarthy fue una figura destacada en la persecución anticomunista hasta que otra gran acusación sin fundamento acabó con su carrera política en 1954.

Hoy en día el término macarthysmo se utiliza para describir a los gobiernos que intentan eliminar las opiniones desfavorables con la excusa de mantener la seguridad nacional.