La guerra fría finalizó con la caída de los regímenes comunistas europeos y conformó un nuevo orden mundial. Ese proceso se inició con las reformas de Mijail Gorbachov en la URSS y llegó a su apogeo con la caída del Muro de Berlín en 1989, un símbolo de la división del mundo en bloques, la reunificación de Alemania al año siguiente y la desarticulación de la URSS en 1991. De esa manera, el nuevo orden mundial tendría aparentemente un único líder: Estados Unidos, aunque pronto otros disputaron ese liderazgo.

La desarticulación del mundo comunista europeo dejó profundos problemas de readaptación en las antiguas repúblicas socialistas de Europa del Este. La década de 1990 estuvo marcada por una nueva guerra en los Balcanes. Para Europa fue una época de profundas transformaciones; en 1992 la Comunidad Económica Europea dio un paso más en la integración y pasó a ser la Unión Europea.

Medio Oriente se convirtió en la región de mayor tensión política y bélica del mundo. Se produjo una gran transformación económica protagonizada por algunos países del sudeste de Asia, los tigres del Pacífico, caracterizada por la aceleración industrial y financiera de la región. Junto a ellos, China comenzaba a erigirse como nueva potencia económica mundial.

El siglo XX terminó con algunos episodios que han tenido profundos efectos en la primera década del siglo XXI. Quizás el más dramático, sobre todo por las consecuencias que ha tenido, fue el atentado a las Torres Gemelas en Nueva York en 2001; con él se abrió una nueva etapa de intervenciones de Estados Unidos en el mundo árabe y dio paso a nuevos temores de guerras mundiales. También en este periodo se ha agudizado el fanatismo tanto religioso como político y las guerras han continuado en los primeros años del tercer milenio.