El Congreso de Viena se reunió en setiembre de 1814. Tres países dominaron la discusión: Rusia, Austria y Francia. El representante de Rusia fue su propio monarca, el zar Alejandro I. Este país había sufrido mucho durante la invasión de Napoleón a su territorio, por lo que quería imponer sus condiciones, pero fue el ministro de Austria, Klemens von Metternich, quien hizo valer sus ideas y propósitos en el congreso.

Inicialmente se formó un comité integrado por Rusia, Austria, Prusia e Inglaterra. Más tarde se permitió el ingreso de Francia, España, Portugal y Suecia. Allí se decidió la remodelación del mapa europeo. Se crearon países nuevos, otros perdieron territorios y otros los ganaron. El comité también se ocupó de la libre navegación de los grandes ríos, lo que permitiría comerciar libremente en todo el mundo. En el Congreso de Viena se tomó la decisión de abolir el comercio de esclavos. Inglaterra fue quien más luchó por conseguir la abolición, a pesar de que en los siglos anteriores había sido la nación que más se había enriquecido con el comercio esclavista.

Las reuniones del congreso fueron interrumpidas por el regreso a la lucha de Napoleón Bonaparte, que terminó con su derrota definitiva en la batalla de Waterloo. Las decisiones finales del congreso fueron firmadas en 1815. El mapa europeo cambió. Las potencias que habían derrotado a Napoleón obtuvieron los mejores beneficios del reparto de tierras: Inglaterra se consolidó como la principal potencia marítima y Rusia, Austria y Prusia aumentaron el tamaño de sus territorios. También se creó una barrera de pequeños Estados que separaban a Francia del resto de Europa. Los demás reyes consideraban que Francia era el centro de las revoluciones contra la monarquía y querían ponerse a resguardo.