El boom de la literatura latinoamericana, junto con la Revolución cubana, dio a conocer al mundo la realidad de este continente. Un grupo de jóvenes escritores de distintos países del continente alcanzaron la fama en los años sesenta cuando sus obras fueron publicadas en Europa y traducidas a varios idiomas. A partir de ese momento la literatura latinoamericana adquirió impacto mundial.

Los representantes del boom participaron de la agitación general que vivían estas sociedades; a la vez, muchos vivieron en Europa en una época en que la cultura atravesaba profundos cambios, como los movimientos juveniles en ese continente y en Estados Unidos. Pertenecieron a una generación que asumió el compromiso político de distintas maneras; los escritores concibieron que la literatura podía ser una forma de ese compromiso.

Las obras que escribieron los autores de esta corriente literaria se desarrollaron tanto en ficción como en el periodismo y el ensayo, pero el boom está asociado, sobre todo, a la novela y los cuentos. Estas obras, muy diferentes según el autor, tienen como rasgos comunes un tratamiento no lineal del tiempo y la presencia de varias voces narrativas que cuentan los hechos desde distintas perspectivas. Suelen usar el idioma de forma muy libre y creativa, incluso inventando nuevas palabras. Uno de los aportes del movimiento fue el de afirmar el realismo mágico latinoamericano: una manera de tratar los hechos cotidianos siempre cargados de aspectos míticos, fantásticos y extraños, y de incorporar la fantasía como algo cotidiano y real.

Los principales representantes del boom latinoamericano son: Julio Cortázar (Argentina), Gabriel García Márquez (Colombia), Mario Vargas Llosa (Perú), José Donoso (Chile), Carlos Fuentes (México), Augusto Roa Bastos (Paraguay), entre otros.