Colonos y nativos
La revolución industrial aumentó el interés de los europeos por el comercio con países de otros continentes, donde podían vender lo que producían en sus fábricas y también conseguir las materias primas que se necesitaban para su elaboración. A finales del siglo XIX el rápido crecimiento de las industrias europeas los llevó a conquistar muchos territorios en África y Asia para asegurarse los compradores y las materias primas que las mantuvieran funcionando. Había empezado la época imperialista.
Hacía varios siglos que los europeos comerciaban con pueblos de todo el mundo. Navegaban los mares entre los continentes y transportaban en sus barcos los productos que vendían o cambiaban por materias primas que llevaban a Europa. Desde los primeros contactos con los pueblos de otras regiones del planeta, los europeos consideraron que sus costumbres, cultura y creencias religiosas eran superiores a la de los nativos con los que se encontraron. La idea de esa superioridad hizo que se creyeran con el derecho de dominarlos y utilizarlos para su beneficio.
Los colonizadores conquistaron el territorio africano y asiático gracias a lo avanzado de sus armas, sus ejércitos y su mayor experiencia militar. Una vez impuesta su autoridad establecieron nuevas formas de gobierno sobre los pueblos nativos, que perdieron sus territorios y se vieron obligados a trabajar para los conquistadores. Además, los nativos tuvieron que cambiar sus costumbres, su idioma y su religión para adoptar la cultura, lengua y creencias de sus dominadores. Así fue que en muchas regiones de África, por ejemplo, las tribus debieron aprender a hablar en inglés, francés o portugués, y tuvieron que abandonar la fe en sus dioses para volverse cristianos. En las colonias donde había culturas muy antiguas y fuertes, como en la India o China, la influencia europea fue menor.
Pero no solo los nativos vieron modificada su forma de vida. Las nuevas tierras cambiaron muchos hábitos de los europeos, pues la cultura de los nativos ejerció también su influjo sobre ellos. Lejos de Europa aprendieron nuevas recetas de cocina, nuevos modos de vestirse y adquirieron conocimientos de geografía, arquitectura, música y medicina que desconocían. Esto ocurrió a pesar de las intenciones de los europeos de imponer su propia cultura.