Berro pertenecía a una familia de comerciantes españoles. Era sobrino de Dámaso Antonio Larrañaga, quien lo educó y tuvo mucha influencia en su formación. Se inició en la política muy joven. Fue diputado durante el gobierno de Oribe, ministro y miembro del Tribunal de Apelaciones del gobierno del Cerrito durante la Guerra Grande y ministro de Relaciones Exteriores del gobierno fusionista de Giró.

Era un republicano convencido, respetuoso de las leyes y admirador de la democracia conservadora de los Estados Unidos. Creía que era imprescindible formar a los ciudadanos para que fueran conscientes de sus decisiones. Hizo todo lo posible por afirmar hábitos republicanos en la población uruguaya. Rechazaba el fraude electoral característico de la política uruguaya del siglo XIX y luchó contra él.

Quería afirmar la independencia de Uruguay evitando la intervención de potencias extranjeras. Para esto buscó separar al país de los conflictos de la región y reducir la influencia de Brasil en la política interna.

Consideraba que la causa de muchos de los males del país estaba en la lucha entre las divisas, por eso era partidario de eliminarlas y crear un único partido de carácter nacional. Durante su mandato, una de sus primeras medidas fue la prohibición del uso público de las divisas. A partir de 1863 enfrentó la insurrección antifusionista del colorado Venancio Flores que, al final de su mandato, en 1864, no había sido sofocada.

Aunque rechazó toda su vida el uso de las armas para la lucha política, el 19 de febrero de 1868 encabezó una revuelta contra Venancio Flores, dictador desde hacía tres años. El levantamiento fue un fracaso y la jornada terrible. Esa mañana, una decena de hombres asaltaron el carruaje de Flores y lo asesinaron. Por la tarde, los hijos de Flores asesinaron a Berro, en venganza.