Era el hijo primogénito de Juan VI de Portugal y Carlota Joaquina, y nieto del rey de España. En 1807 viajó con su familia a Brasil huyendo de la invasión napoleónica. La Corte portuguesa permaneció en Río de Janeiro hasta 1821. Durante ese tiempo Río de Janeiro se convirtió en la capital del reino y Brasil obtuvo enormes beneficios como sede del poder colonial. Cuando Napoleón fue derrotado, la Corte retornó a Lisboa, pero Pedro decidió permanecer en Brasil y fue nombrado regente.

Con el retorno del rey a Portugal, los nobles portugueses pretendieron reinstalar el absolutismo y reforzar el sistema colonial. Eso provocó la reacción de los constitucionalistas lusitanos y de los criollos brasileños. Ambos grupos contaron con el apoyo del príncipe Pedro, que pese a que los portugueses reclamaban que retornara a su país, decidió quedarse en Brasil en un episodio que se conoce como el día del Eu fico. Luego, el príncipe declaró la independencia del Brasil y unos meses después fue coronado como emperador del Brasil con el título de Pedro I.

Aunque Pedro era partidario del liberalismo, propuso una Constitución centralizada y conservadora para Brasil. Eso provocó las reacciones de varias regiones del interior, pero no llevó a la división del país. El único territorio que Brasil perdió fue el de la Provincia Oriental.

En 1826 murió su padre Juan VI y Pedro trató de sucederle en el trono, pero eso no fue posible y renunció en favor de su hija Maria da Glória. Ella fue coronada como María II, a los siete años. Por esa razón se designó a Miguel, el hermano de Pedro, como regente. Pocos años después, Miguel quitó del trono a María y Pedro debió viajar a Portugal para recuperar la corona de su hija. Pedro triunfó en esa campaña pero pocos meses después murió de tuberculosis en Portugal.